miércoles, 19 de noviembre de 2008

TELE DE SIESTA


Tras darle muchas vueltas al asunto he podido llegar a una importante conclusión: la programación televisiva de esta época es una auténtica mierda. Llevo días enteros sentado delante del aparato y no encuentro nada que merezca la pena. Cuando lo comento con los amigos me dicen que tampoco está la cosa tan mal porque en verano se pueden ver grandes eventos deportivos. Creo que en realidad se refieren a las etapas de las múltiples vueltas ciclistas que suceden por esos caminos de Dios sabrá dónde y que coinciden, además, con la hora del cafelito, los fumables, la siesta y las copitas de refresco. Las vueltas ciclistas no dejan de recordarme ciertos momentos de monotonía que formaban parte del panorama de verano de mi infancia. Todas aquellas horas que pasaba sólo en la playa, aburrido y tostándome al sol mientras el resto de los mortales disfrutaba de la etapa y de su correspondiente modorra. Durante un tiempo viví convencido de que la gente no veía la vuelta sino que la aprovechaban para echarse unas siestas con grandes dosis de deportividad.

Ver deportes en la tele debe ser emocionante, y más en verano. A mí no me gustan pero viendo los momentos de vidorra que proporcionan al personal entiendo perfectamente el hábito. En el caso del ciclismo, el ruidillo del helicóptero ayuda mucho a entrar en trance y el sonido de la moto de los comentaristas, ni te cuento. Y ver a esos ciclistas pegándose los tutes que se pegan, abrasados al sol de verano, subiendo esas cuestas que parecen paredes, relaja mucho, sobre todo cuando uno está en casita sudando la siesta. Lo de los deportes en la tele tiene eso: que los practican unos tíos que no tienen ninguna necesidad de hacerlos para que los disfruten otros que necesitan urgentemente hacer algún ejercicio que no sea sestear.


Para 943

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