viernes, 11 de enero de 2008

RYSZARD KAPUSCINSKI, LA MIRADA DEL OTRO



En una ocasión un reportero preguntó a Ryszard Kapucinski (Polonia 1930-2007) cuáles eran las reglas del reportaje. Empiece por leer a Herodoto y a Malinowski, ellos son los padres de ese género, le respondió. Para Herodoto el viaje era el principio de todo conocimiento. Malinoswski demostraba que sólo podía conocerse una cultura participando en ella. Las teorías de estos dos autores han estado siempre en la mochila del periodista y escritor polaco. Kapuscinski es considerado el mejor reportero del siglo XX. Basó su trabajo en el viaje y en la observación participativa de las diferentes culturas que iba encontrando. El resultado fueron todos esos libros que escribió y en los que con tanta maestría mostró diferentes contextos sociales.

Kapuscinski perteneció a la escuela del Nuevo periodismo. Para ellos, la realidad de cada noticia surge en el núcleo de la sociedad: en las personas afectadas por los acontecimientos. Mediante la observación participante describen el presente, que es la materia prima sobre la que se forma el futuro; el reportaje de hoy contribuirá a formar la historia del mañana.

Hay en sus libros una importante preocupación por las consecuencias que las decisiones políticas y administrativas tienen sobre las poblaciones. Así explica la existencia de lo que él denomina las dos historias: la de los poderosos y la de los indefensos. La primera, la historia de las revoluciones y los golpes de estado. La segunda, la de la gente que lucha por sobrevivir ante la barbarie que estos generan.

El escritor han retratado la vida cotidiana en lugares conflictivos: América Latina, Asia, África…Entre su extensa bibliografía hay que destacar Ébano, fruto de sus andanzas como reportero en el continente africano. Un libro cercano a los problemas de la gente. Kapunscinski tenía la capacidad de ponerse en la mirada de los otros para hacer sus análisis. Para la redacción de Ébano evitó los habituales hoteles de periodistas y vivió en las cabañas más pobres de Africa. Vio las guerras en directo, se mezclo con el pueblo y habló con él. Ese era su método: charlar con la gente, acercarse a la realidad social desde la conversación con los auténticos y anónimos protagonistas de la historia. Así lograba que sus reportajes se convirtieran en realidades noveladas. Con Ebano consiguió describir la terrible realidad del pueblo africano, la vida en las grandes ciudades de hojalata, la pobreza y el hambre. Elementos que, por desgracia, se han convertido en parte de la cultura popular africana. Hay en este libro (y en otros que escribió durante su vida en África) una importante reivindicación: mientras África se masacra, el rico norte sigue su ritmo de consumo sin fin, ajeno a todo.
De Lázaro Echegaray para la revista Punto y Coma

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